Ciudad de México a 02 de septiembre, 2021. “Somos lo que comemos”, es una frase muy trillada, pero tiene mucha razón. Todos sabemos que si comemos mal tendemos a subir de peso. Así, las calorías son la gasolina que necesitamos para que nuestro cuerpo funcione, y si comemos de más, estas se van a almacenar como grasa, entonces si no las gastamos, se irán acumulando cada vez más.
Claro que además de esto influye la genética, nuestro ejercicio habitual o la actividad física que realicemos durante el día, pero la calidad de lo que ingerimos impacta directamente en nuestra salud y eso va mucho más allá de tener sobrepeso. Esta perfectamente establecido que si tienes obesidad esto va a impactar de manera negativa en tu salud.
A nivel cardiovascular, se podrían tapar tus arterias disminuyendo la cantidad de sangre que debe llegar a diferentes órganos, por ende, aparece el padecimiento número uno del mundo: la enfermedad coronaria, los infartos al corazón. Sin embargo, estos no se limitan al corazón, también puede haber enfermedad vascular cerebral, conocida de manera genérica como “embolias” que conlleva secuelas que pueden ser devastadoras. De igual manera, el sobrepeso se asocia a la hipertensión arterial, el famoso asesino silencioso.
Adicional a ello, la obesidad va de la mano con el síndrome metabólico y la diabetes mellitus, la cual, si no está controlada arrasa con grandes afectaciones, pues no hay sistema ni aparato de nuestro organismo que no se vea afectado por ella. Es la causa número uno de ceguera y de insuficiencia renal en México de acuerdo con el Instituto Nacional De Salud Pública. Ahora bien, alejándonos de los órganos internos, también afecta directamente a nuestras articulaciones y huesos, a nuestra piel, a nuestro sistema inmune, y algo que poca gente sabe es que también se asocia a diferentes tipos de cáncer.
Hasta ahora todo esto suena lamentable, pero el sobrepeso, en la mayoría de los casos, es adquirido; no nacemos, más que algunas excepciones, con él. Lo adquirimos por malos hábitos alimentarios y falta de actividad física. Estamos hechos para movernos y la sociedad moderna nos ha hecho cada vez más sedentarios y por ende, nos encontramos en un círculo vicioso en donde preferimos alimentos procesados, harinas refinadas, bebidas azucaradas, que su consumo ahora se acrecentó con el confinamiento por la pandemia causada por el Covid-19.
Por otro lado, hay un aspecto que influye de manera clave gracias a la buena alimentación: la microbiota intestinal. Pensemos en un ser humano como si fuera un planeta poblado de cientos de millones de seres; así es la microbiota y todos tenemos una gran cantidad de virus, arqueas, bacterias y parásitos que viven en nosotros. Ellos nos ayudan y nosotros les damos vivienda y comida.
Dada la importancia de la microbiota, cada vez más se asocia a diferentes enfermedades y esta se ve influenciada por diferentes situaciones, desde la manera en que nacemos, ya sea por cesárea o por parto natural, la lactancia materna, los alimentos que ingerimos, el uso de antibióticos y de otros medicamentos, pero independientemente de ello, debemos procurar mantener nuestra microbiota sana para lo cual debemos llevar una dieta balanceada, llena de verduras, leguminosas, frutas, cereales, y evitando los alimentos procesados, además de hacer ejercicio y dormir bien.
Por su parte, hay quienes piensan que usar probióticos es necesario para mantener la microbiota sana. Estos son básicamente un sustrato que le damos a estos seres vivos que habitan en nosotros, así como el planeta nos aporta agua y oxígeno. Por ejemplo, a nuestra microbiota le encanta la fibra y esta la podemos obtener sencillamente en productos vegetales por lo que los probióticos no son necesarios cuando existe una dieta adecuada y saludable.
Otro elemento innecesario, es el uso de los suplementos alimenticios a menos que se esté bajo una indicación médica o seas un atleta de alto rendimiento bajo supervisión nutriológica y en donde los requerimientos son diferentes a los de cualquier persona. Creemos que, porque los suplementos no son medicamentos, son inocuos, sin embargo, la realidad es que pasan por tu hígado y pueden causarte daño a largo plazo.
En el caso de las vitaminas es el mismo caso, ya que, al tomar este suplemento, nuestro cuerpo no absorbe toda la porción debido a la solubilidad en agua de esta sustancia, por lo que después de unas horas, seguramente la vas a eliminar por medio de la orina con un color tendiente al amarillo o verdoso. Ahora bien, hay casos especiales en los que tu médico te indicará el mejor tratamiento para ti de acuerdo con tus necesidades, pero por lo pronto, si no te hacen falta no hagas gastos innecesarios que podrías aprovechar para una mejor dieta.
El abuso de medicamentos también influye en nuestra microbiota, sobre todo de los antibióticos, pues se ha detectado que la mayoría de las veces cuando se tiene gripa o diarrea, se ingieren por automedicación, lo cual tiene un efecto negativo que se ve traducido en una reducción de las bacterias intestinales y por tiempo prolongado, la flora intestinal tardará en recuperarse, provocando un desequilibrio bacteriano patológico, llamado disbiosis.
A todo esto, surge la duda de cuál es entonces la mejor alimentación para cada uno de nosotros y el consejo como profesionales de la salud es que acudas con un nutriólogo. Además, siempre ayuda guiarse del plato del buen comer que puedes encontrar en la web, aunque nunca sustituirá la visita con tu médico pero te puede servir de guía básica.
Recuerda que mientras más variedad y colores tengas en tu plato, será mejor para ti, sobre todo considerando que México es el séptimo productor mundial de frutas y hortalizas, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Falsamente se cree que comer sano es igual a no comer rico y gastar mucho, pero hay una gran variedad de productos de estación que son deliciosos y que puedes comprar al mismo precio que bebidas gaseosas o grasas saturadas; cambia esta percepción y tu salud y tu bolsillo de lo agradecerán.